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martes, 3 de enero de 2017

RESCATADAS DEL OLVIDO



Dos valiosas piezas del patrimonio artístico de la ciudad se encuentran en proceso de restauración para ponerlas en valor y devolverlas el esplendor que tuvieron en su origen; se tratan del órgano y retablo del altar mayor de la desaparecida iglesia de Santa María de Renueva.
Cuando las anteriores iglesias que tuvo la parroquia (San Andrés Apóstol y Santa María de Renueva) fueron demolidas parte de su valioso patrimonio fue depositado en la actual  y moderna de Nuestra Señora del  Carmen. Desde 1992, dependiendo de las disponibilidades económicas, se viene actuando sobre un variado  conjunto de objetos; dando como resultado que casi la mayoría  de las piezas hayan sido intervenidas.
Los trabajos para recuperar el órgano han comenzado pero queda mucho por hacer. A este instrumento musical de viento, que era utilizado para acompañamiento musical de las grandes solemnidades, nos vamos a referir en primer lugar.

Vista general del órgano.

El libro de fábrica y visitas (1794-1860)  de la Parroquia de Renueva nos aporta información sobre el coste, maestros que intervinieron en su construcción y otros detalles.
1794-1795 El maestro organero Esteban de San Juan, vecino de Logroño, fue quien lo construyó, recibiendo por sus trabajo la cantidad de 5.439 reales y 16  maravedís; “en esta cantidad van incluidos 39 reales y 16 maravedís del reconocimiento del órgano y refresco que se dio a los maestros el día que se asentó”
La caja fue obra de los maestros tallistas vecinos de la villa, Manuel Plaza y Benito Moro; que recibieron, en dos pagos, 450 reales por su trabajo.
Tirso Benito, maestro dorador, recibió 466 reales “por el coste de manos y dorado que ejecutó en la caja del órgano”.
Por los herrajes se pagaron 173 reales a Pedro Sastre, maestro herrero de la villa.
La madera de pino utilizada para la caja fue suministrada por Rosa de la Fuente, viuda, en la cantidad de 320 reales; “por cuatro docenas de pino y cuatro machones de la misma calidad, para la caja del órgano”
En años posteriores encontramos otras libranzas que hacen referencia a mantenimiento y trabajos realizados en el órgano.
1797 “Compostura del órgano” 200 reales se pagaron al maestro organero Manuel San Juan (posiblemente emparentado con el constructor) “por la afinadura que hizo del órgano de la Iglesia”
1802  Se anota una libranza de 500 reales correspondiente a la “hechura” del archete (pieza de madera que sostiene la parte interior de los cañones) realizado por Alejandro Gamao  y a Tirso de Benito la pintura del frontal y  del archete.
1803-1804 “Compostura de los cañones” por este trabajo se pagaron a Antonio Núñez, maestro tallista, 20 reales.
Manuel Serrano, músico y organista de la iglesia recibió como salario de ese año 200 reales.


Fachada. Vista de los cinco castillos de tubos y la batalla.

Aquel complejo trabajo de maestros artesanos de distintos oficios dio como resultado un órgano barroco español de mediano tamaño con una caja en madera de pino  de sencilla estética, policromada en su exterior que protege la mecánica interna. Una fachada de cinco ventanas, la central de mayor altura y tamaño que las laterales que decrecen hacia los lados, que dejan ver el mismo número de castillos de tubos de diferente longitud y diámetro,  de los cerca de cuatrocientos que tiene el instrumento. La trompetería o batalla (característica de los órganos barrocos españoles) colocada en horizontal y perpendicular a la consola está dispuesta en doble uve. Los tubos en función de su longitud y talla  nos darán sonidos graves (tubos largos y  talla ancha) o agudos (tubos cortos y talla estrecha).

  Consola donde se aprecia el teclado, los tiradores de los registros y la estructura de varillas

La parte superior de la caja, en dos niveles, se remata con una cornisa  sobre la que descansa un conjunto de tallas en madera dorada y con motivos vegétales y conchas, que nos recuerdan el ático del retablo de la Divina Pastora de esta misma iglesia.
La consola contiene un solo teclado manual y a derecha e izquierda los doce  tiradores de los registros que seleccionan los timbres que tiene el órgano. El aire necesario para su funcionamiento los suministran los fuelles originales del s. XVIII que eran movidos de forma manual por el manchador. Se pretende dotarlo, si el presupuesto alcanza, de un compresor eléctrico que aporte el aire necesario para facilitar su manejo.
Este órgano de Renueva es contemporáneo del que se encuentra en la Iglesia de Santa María del Azogue, aquí en Benavente, y los dos salieron de las manos de los mismos maestros organeros.

Fuelles y mecanismo para moverlos.

Durante años las piezas de este instrumento,  junto con otras del que había en iglesia de San Andrés (construido en 1876 según el libro de fábrica y visitas de esta iglesia 1866-1892), permanecieron dispersas por dependencia de la parroquia, hasta que el actual párroco, D. Tomas Calero Aparicio, impulsor de los trabajos de restauración, pretendió recuperarlo. Los hermanos Pedro y José Calderón, se emplearon a fondo en la tarea de montar aquel rompecabezas en la parte central del coro de la iglesia de El Carmen. El estado de abandono en que se encontraba nos lo dan las palabras de estos hermanos “…avanzado el montaje vimos que faltaba la trompetería y decidimos simularla, pero registrando otras dependencias la encontramos metida en un cajón”.  Gracias a este trabajo no desaparecieron las piezas.
Tubos desmontados para su reparación.

Varias veces se intentó ponerlo en funcionamiento, pero unas por lo elevado de su coste y otras por informes que indicaban que el secreto (pieza esencial en su funcionamiento) estaba inservible, hicieron abandonar la idea.
En esta ocasión ha sido una suerte que Jorge Méndez García recalase en Benavente y entrase en contacto con la Parroquia de Renueva. A este polifacético asturiano le avala un largo historial profesional como de músico, compositor, organista y organero; ha trabajado, entre otros, para el Monasterio de Santa María de Valdediós,  Museo Arqueológico Nacional, orquesta de la Comunidad de Madrid o Capilla Real. En el campo de la restauración puede que su trabajo más laborioso, por el coste, lo complejo y dedicación, haya sido hasta ahora, la recuperación del órganos de la iglesia de San Isidoro el Real de Oviedo, una joya musical del s. XVII que perteneció a la Catedral de la capital del Principado de Asturias.



Tubos en el interior del órgano.

El trabajo de este organero desmontando y montando, enderezando y estañando tubos rotos, reparando palancas y varillas, fabricando teclas; como hicieran los antiguos maestros artesanos. Con este buen hacer ha devuelto a esta valiosa pieza los sonidos que antaño llenaron la iglesia de Renueva cuando era tocado por la monjas del vetusto convento de San Bernardo que estaba pegado a los muros de la iglesia.
Una vez terminada la puesta a punto, Jorge, se ha comprometido al acompañamiento musical en una de las solemnidades que se celebren en la parroquia.



Realizando pruebas.

 

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